domingo, 18 de mayo de 2014

Inventario a mis cuarenta menos uno

 

318757_435636256496884_853443658_nAhora último, que se me ha dado por compartir cafés o cervezas con los viejos amigos de la adolescencia, de anteriores trabajos, de la añorada Facultad de Derecho, de la maestría, y uno que otro compañero de viaje, célebre por los medios sociales, la política y/o las letras –cuyos nombres, no estoy autorizado a mencionar-. Ahora, tan cercano a los cuarenta y doctorado en Lencerías; ahora, que ya no me mido con los demás ni me mato si te vas (Sabina dixit). Ahora, que gracias a mis russkyi (A & S), tengo un alma que creía no tener, y para albergarla, haya sido preciso engordar. Ahora, que está tan sola la soledad, y todos los cuentos, parecen el cuento de nunca empezar.

lujoViajero por vocación y con un bagaje en su segunda y cuarta acepción del DRAE, hablo menos, escucho más. Y oigo, ocasionalmente, lo que entre susurros y carcajadas, conversan en las mesas de al costado, los demás. Y me impresiono, atollo y encebollo -vaya que sí-, con lo que, volitivamente, escucho. Todos creían tenerla tan clara. El departamento de doscientos metros –sino es más- en San Isidro, Miraflores, Camacho o Las Casuarinas. El auto alemán o francés, o la SUV japonesa o coreana. La maestría, sino es dos, o tres. El curso de inglés acelerado para ejecutivos. La boda imperial con filmación colgada en Youtube. Las paredes de los baños y cocina en cuarzo, porque es más caro que el mármol. Pisos de parquetón de caoba importado, porque amplifica la ya, amplificada sala-comedor, de apócrifa decoración minimalista. Alfombras persas, nuevecitas (-¿No te dijeron que las antiguas tienen más valor, y que hay varios anticuarios en Lima que las ofrecen por un menor precio? / -¿En serio? Recién me entero.). La mega ducha capsular, con hidro-masajeado, jacuzzi, sauna, radio y televisor, todo, por el precio de uno. La cama King size, con sábanas de seda y televisor de cincuenta pulgadas justo al frente, para verla mejor. La gran cocina, grifería italiana y a full equipo con refrigerador made in USA de tres puertas, cocina alemana antiquemaduras, todo programable gracias a un amigable touch screen (-¿Cocinan? / -No hay tiempo, hermano, ambos almorzamos un menú por la oficina, nomás. / -¿Y los fines de semana? / -Playita o vamos a la casa de mi vieja, o de sus padres. / –Ah, ok.). Dos o tres cocheras (-Como inversión, if you know what I mean. / -Oh, yeah, sure.). Tres recámaras como mínimo, y un mini gimnasio. Cuarto para la empleada con su bañito, para que no se atreva a usar el de la visita o el del cuarto principal (-Ya sabes, no hay que darles tanta confianza, porque se te suben al hombro. / -Claro, claro.). ¿Membresías? Por supuesto, Regatas Lima, el Golf Los Incas, o el Real de San Isidro (-¿Vas? / -Iba los primeros meses, ahora ni me acuerdo… ¿quieres que vayamos el fin de semana?

American dream2Ese era el sueño americano, ¿no? El de las series de televisión, donde las familias tenían que inventarse los problemas, porque todo en su vida era perfecto. La Lima del siglo XXI no se acuerda que hace muy poquito era pobre, muy pobre, y que su inflación, superó a la alemana de posguerra. Las preguntas más simples, lo evidencian: ¿Van al teatro? ¿Han viajado desde la luna de miel? ¿Visitaron ya alguno de los nuevos restaurantes? ¿Tienen, en el corto plazo, planes para tener hijos? No, no, no y no. ¿Por qué? a) Tengo una hipoteca por veinte años. b) Aún no termino de pagar el crédito que saqué para el MBA y el auto. c) Como refinancié mi hipoteca, aproveché para hacerle un upgrade a los acabados. d) Con los horarios de trabajo, no hay tiempo para nada. e) Me estoy separando de mi mujer, ya no nos entendemos. f) ¿Para qué? Ya habrá tiempo más adelante. g) No, cuñadito, prefiero seguir sin hijos, mucha responsabilidad, y yo con las justas puedo conmigo mismo. h) ¿Para qué traer más gente al mundo? ¿No somos muchos ya? i) ¿Y mi comodidad?

coverEs decir, TODO, es más importante, que lo realmente importante. Lo accesorio, lo material, lo medible con dinero, va por delante. Y mantener ese nivel de vida, que le envidiamos al dueño de la compañía y que vamos a igualar a cualquier costo, nos ha llenado más bien de cortisol, la hormona del estrés. Día tras día, como vietcom, mina las bases del sistema inmunitario y nos acorta y amarga la vida, que muy probablemente, no alcanzará para pagar todo lo que se adeuda. Los escucho y sonrío, porque si algo no hice, fue hipotecar mi presente, que es también mi futuro. Los escucho y sonrío, porque si algo hice, fue entender que no nos llevaremos nada (¡Coño, que los ataúdes no llevan cajones!), que el epicurismo es de lo más saludable que puede haber, y que lo que te alarga y alegra la vida, es compartirla con la gente que provoca tus ganas de reír (yo no sabría vivir ya sin mis hijos; y vivir para ellos, y vivir por ellos, y vivir con ellos). Llámame conformista, si quieres, pero de este tren, no me bajo yo.

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