El Placer de los Ojos

 

Cercanos que estamos al 13 de diciembre, día elegido para el estreno en Estados Unidos de la segunda entrega de El Hobbit, The Desolation of Smaug (el 12 será estrenada en los cines de Perú), y amparado en el éxito de la primera parte, Un Viaje Inesperado, recurrí a los amigos para hacerme por un día –digo mejor, noche- con la versión extendida (Blu-ray) de toda la saga de El Señor de los Anillos, a fin de recordar mejor los detalles que esa ingrata llamada memoria quiso esconder en el inconsciente. Seis discos, dos por cada película, de La Comunidad del Anillo, Las Dos Torres y El Retorno del Rey, respectivamente. Todas ellas, basadas en las epónimas novelas de ese fantástico escritor sudafricano -sí, sudafricano- llamado John Ronald Reuel Tolkien. Bienaventurado aquel, que en su adolescencia, dio con alguno de sus cuentos. Recuerdo que mi amigo de la infancia, Stefano Mendoza, fue uno de sus mayores fans. Años después, unir su vida a Connie, confirmó su buen gusto.

Deliberadamente, pocas veces se le pasa a uno por la cabeza invertir gran parte de la noche en un placer solitario antes que en dormir, y por ende, no recibir el día con las fuerzas habituales. Una noche de sexo desenfrenado bien podría merecerlo, pero a mi provecta edad, esas hazañas hace buen rato quedaron en el recuerdo. Acercarte a los cuarenta te obliga, lo quieras o no, a privilegiar la calidad al número. Felizmente, dentro de esos placeres, están también escuchar música, navegar en el internet –chatear ya lo vuelve un placer compartido, vulnerando la regla-, y sobre todo, leer y escribir. Otros dirán pintar, componer, cantar, bailar, etc.; ciertamente con similar valía. En todo caso, tu placer solitario, con algo de habitualidad, bien podría volverse en vicio solitario, sin que ello sonroje al tío solterón, incomode al primo monaguillo, escandalice a la vecina viste-santos o emocione al hermano adolescente. Colchón de pobre, les dicen: «pura paja», if you know what I mean.

Tremendamente recomendable. La versión extendida reivindica al director, Peter Jackson, la validez de su propuesta. Surgen nuevas escenas que le dan mayor coherencia y fortaleza a la historia. Sin más, honran mejor a la obra de Tolkien, para muchos, escritor de culto. No voy a entrar en detalles, porque podría no hacer justicia a esta saga cinematográfica que mereció en conjunto 17 premios Oscar. Y lo sé bien, porque durante los años de estreno, en época navideña, vivía en California y no me perdí ni su proyección en sala ni su premiación en los Oscar. Las escenas fluyen magistralmente y nos atrapan en un cauce hacia un mar harto agradecido. Ese viernes por la noche ha sido uno de los más largos y memorables de mi vida, a pesar del cansancio mis ojos. Qué suerte que crecí en este tiempo, donde el cine compite con la imaginación, y no pocas veces, la supera. A por ellas.