miércoles, 17 de julio de 2013

Miércoles de oxímoron, u oxímoron de miércoles

 

453px-Juana_Inés_de_la_CruzDía memorable, en lo personal y lo colectivo. Estuve tentado de poner “histórico”, pero el término le quedaría muy grande. En lo personal, porque acabo de terminar el que probablemente sea el mejor ensayo en español escrito en el siglo XX. Un ladrillo de más de seiscientas páginas, al que le caben todos los elogios: Sor Juana Inés de la Cruz o Las Trampas de la fe (primera edición de 1982, Seix Barral). Su autor no precisa de mayor introducción, el premio nobel mexicano, Octavio Paz Lozano. Brillante aunque denso. Lúcido aunque copioso. Fértil aunque parsimonioso. Así también era él. Y él mismo nos advierte en el prólogo: «la compresión de sor Juana incluye necesariamente la de su vida y su mundo. En este sentido mi ensayo es una tentativa de restitución: pretendo restituir a su mundo, La Nueva España del siglo XVII, la vida y obra de sor Juana. A su vez, la vida y obra de sor Juana nos restituye a nosotros, sus lectores del siglo XX, la sociedad de la Nueva España en el siglo XVII. Restitución: sor Juana en su mundo y nosotros en su mundo». Alguna idea tenía yo de sor Juana por alguno de sus versos, que me recordaban a veces a don Luis de Góngora, y no pocas, al entrañable Quevedo, y quizá, a Calderón y Lope de Vega. Hoy, gracias a él, esa impresión ha cambiado. Puedo afirmar que Sor Juana representó lo más noble del espíritu humano: no solo el amor al conocimiento –que nos hermana-, sino también, a la piel en su ausencia. Y no obstante, poder amar a Dios, aunque equidistante. Y por ser como era, debió de padecer un final trágico, agónico, que se alargó por lo menos, un par de años. Una Hipatia, ya no de Alejandría, sino de la Nueva España del XVII. Bien colige Paz en la última parte: «Su suerte de escritora castigada por prelados seguros de la verdad de sus opiniones nos recuerda a nosotros, hombres del siglo XX, el destino del intelectual libre en sociedades dominadas por una ortodoxia y regidas por una burocracia». Una mujer bella, sin la menor duda, brillantísima, orgullosa –causa de su caída y posterior gloria-, que contradice a los misóginos que afirman que que belleza física riñe con la inteligencia femenina. Nada que ver. Sirva este homenaje para que mis contemporáneos la busquen y la lean… si no es mucho pedir.

MEDIOCRIDAD 2En lo colectivo, memorable en el peor de los supuestos, por las elecciones para los cargos vacantes en el Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo que acaban de darse en el Perú. Hago una salvedad, los tres elegidos para el Banco Central están libres de todo cuestionamiento. Conozco su trayectoria, y no podría estar más de acuerdo. Sobre los otros, no se puede decir lo mismo. Una repartija, lo llaman algunos. Banquete, otros. Auto golpe de Estado, un ex presidente. Para mí, un ejemplo más de la pobreza moral, chabacanería, pendejada criolla, cobardía, vulgaridad, ignorancia, etc., de nuestra clase política, más específicamente, nuestro Congreso de la República, que la verdad, no me sorprende. Y no me sorprende porque ellos son un reflejo de nuestra sociedad. Un país que presume de su culinaria –que está muy bien-, pero que eleva al estrellato a cocineros que no pasan de la cocina (hay que escucharlos hablar, y así y todo, se autodenominan embajadores de la marca Perú). Bailarinas que follan con media ciudad, que no tienen ni idea quién escribió La Ciudad y los Perros y hasta coquetean con postular a un cargo público, porque méritos, afirman que les sobran. Futbolistas que se follan a media ciudad, que no tienen ni idea dónde nace el Amazonas, y que afirman sin empacho: “tócame, que soy realidad”. Modelos que inundan la televisión local, que no pueden ser más brutos porque de lo contrario ladrarían, y que tienen por mayor virtud un culo duro como el hueso y unas tetas paradas como postes (lo que es meritorio, pero habrían de tener un par de ideas, por lo menos –digo yo-). De ahí que compitamos con Haití en los últimos puestos de comprensión de lectura en Latinoamérica. De ahí, que el mayor mérito de un colegio es afirmar que es el más caro, y que tiene cancha de fútbol y un auditorio digno de anteponer el título de “gran”. De ahí, que la educación en el Perú siga siendo una gran estafa. Porque educación involucra tres esferas: la escuela, la familia y el entorno. Las tres son concurrentes, un triángulo, que no se puede postergar. Mientras no se corrija, mientras la obra de gente como Paz, o sor Juana se mantenga casi en el anonimato, nuestro futuro será un oxímoron, una paradoja, una salida sin salida.

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