miércoles, 29 de mayo de 2013

La mediana vida

 

Vivirás más cuerdamente, Licinio,

si no te adentras en alta mar ni te acercas excesivamente a la peligrosa orilla,

cuando, cauteloso, teme a las tormentas.

Todo el que ame la áurea medianía carece, seguro,

de la sordidez de un techo vil;

carece, sobrio, de un palacio envidiable.

El viento castiga más a los erguidos pinos;

mayor es la caída de las altas torres y los rayos fulminan las cumbres de los montes.

El buen pecho templado, en la adversidad, espera;

en la prosperidad, teme una suerte distinta.

El mismo Júpiter trae los inviernos y él mismo es quien los destierra;

si ahora el mal está presente, no será así siempre.

Apolo, a veces, despierta las dormidas cuerdas de su cítara

pero no carga siempre su arco tenso.

En la adversidad, pórtate fuerte y animoso;

pero, prudente, recoge las velas si el viento propicio llegara a hincharlas demasiado.

descargaDe este forma, el divino Quinto Horacio Flaco, en su Oda II, 10 (rectius vives), inmortaliza el término aurea mediocritas –dorada medianía-, dicen, inspirado en la filosofía aristotélica –el justo medio aristotélico- y en las enseñanzas de Demócrito de Abdera, para quien, el bien más alto es la felicidad, que no reside ni en las riquezas ni en el cuerpo, sino en el alma gobernada por la justa razón. Conclusión fantástica que en el siglo XVII viera la luz en el Virreinato de Nueva España (México) a través de la eximia pluma de Andrés Fernández de Andrada, en su Epístola Moral a Fabio, donde aconseja: “Una mediana vida yo posea, / un estilo común y moderado, / que no note nadie que lo vea”.

429611Qué útiles les habrían sido estos consejos a los últimos ex presidentes del Perú: Alan García Pérez, Alejandro Toledo Manrique y Alberto Fujimori Fujimori, cuestionados e investigados –alguno condenado- por sus signos exteriores de riqueza durante y luego de dejar el poder. Incluso, el más cultivado de ellos, dejó para la Historia una frase harto infeliz: “No seas cojudo, la plata llega sola” (sic). Los tres de orígenes modestos, aunque emergentes, y los tres, en la mediana edad, posesionarios de millonarios inmuebles y estilo de vida propio del jet set. Los tres, orgullosos maridos infieles –dos de ellos, con hijos extramatrimoniales, Dantón García y Zaraí Toledo, respectivamente-. Los tres, con exilio dizque voluntario en el exterior (García en Colombia y Francia, Fujimori en Japón y Chile, y Toledo en Estados Unidos e Israel). Los tres, con intensiones expresas de volver a dirigir el país, y así, volver a gozar de sus privilegios y ventajas.

simpsons_guerra_comida¿Por qué, hasta los más ilustres caen? ¿Qué tiene de obsesivo e irresistible el poder y sus excesos? Si la vida está conformada por ciclos, ¿qué fuerza superior bloquea la capacidad de entender que todo lo que sube, tiene que bajar un día? Cual péndulo, encontramos la plenitud de la vida en los extremos, no en la rectitud del medio. No basta el calor del hogar, tampoco la plenitud del lecho monógamo, ni la satisfacción de tres comidas diarias. No es suficiente que me quieras, me tienes que amar, y desear, y venerar, y complacer, y abrumar, y sorprender e idolatrar. Más, siempre más. Lleno de todo, me olvido incluso de mí y mis circunstancias.

1Felizmente, si algo llega con el tiempo, es la sabiduría. No para fundar una nueva escuela filosófica. La propia de la mediana edad, o edad madura, que va de los cuarenta a los sesenta años. Es verdad, se va perdiendo la visión. También la elasticidad de la piel. Y claro, entendemos a la mala –amén de alguna luxación o fractura- que ni tenemos veinte ni somos inmortales. García Márquez decía que los polvos, como las balas, estaban contados. Quizá se refería a esta edad provecta. Edad de la mesura, de la reflexión, de la introspección y de la calidad sobre la cantidad. Yo creo que para entonces se es mejor amante (me faltan dos para llegar). También se es más selectivo con el tiempo y con la gente. Es el tiempo justo para aprender a envejecer, para hacerlo con dignidad, para cuando llegue el momento. En el mejor de los casos, es el Ecuador de la vida. Sin embargo, también es verdad que, para las mujeres que no han tenido hijos aún, significa el inicio del fin del “milagro de la vida”. Excepcionalmente, las mujeres se pueden embarazar hasta los 52, pero las probabilidades de una malformación genética o un síndrome de Down son altísimas. Y nos dejamos vencer por el temor a quedarnos solos. ¿Quién cuidará de mí, cuando ya no pueda valerme por mí mismo? Entonces, nada de lo que hayamos acumulado, ni los excesos a los que nos hayamos abandonado, valdrá. Oye, te tienes a ti mismo, y lo que has querido hacer de ti, y de tu recuerdo. Ya verás que, cual Cassandra de Troya, alguien te recordará del viaje a Ithaca, de Konstantinos Kaváfis: la felicidad está en el viaje, no en la meta, y este será más memorable y agradecido, en la medida que nos mantengamos al medio, casi casi, al lado del camino. Que estos versos que tanto me gustan, les sean propicios.

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Poseidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes

y el feroz Poseidón no podrán encontrarte

si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,

que sean muchos los días de verano;

que te vean arribar con gozo, alegremente,

a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

y comprar unas bellas mercancías:

madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto

para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;

mejor será que dure muchos años,

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ellas, jamás habrías partido;

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

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