sábado, 9 de marzo de 2013

Rapa Nui es más que Isla de Pascua

 

IMG_3734Si te interesa la historia de tan particular isla del Triángulo de La Polinesia, existe abundante información en la web. Lo que pienso contarte hoy, es más bien, mi aventura de cuatro días paseando por sus amplias playas y alturas volcánicas; por las rúas de Hanga Roa y los estrechos senderos de los parques arqueológicos como Tongariki, Rano Raraku, Akahanga, Te Pito Kura o la caribeña playa de Anakena; por la entretenida y agradecida noche en la cena show del Restaurante Te Ra’ai y mi baile con una de sus diosas de bronce y más, mucho más.

IMG_3663Nuestro viaje, vía LAN desde Lima (uno de los últimos, por desgracia, pues el destino no resultó lo suficientemente oneroso para la aerolínea y ahora hay que hacerlo a través de Santiago de Chile, con un sobrecosto más que significativo) empezó un lunes por la madrugada. Tuvimos la suerte de hospedarnos durante toda nuestra estadía en el Hotel Iorana (http://www.ioranahotel.cl/). La vista al mar desde la habitación fue espectacular, y el trato fue siempre cordial y atento. No es barato –una habitación doble, en temporada alta supera los doscientos dólares la noche-, pero la verdad sea dicha, nada en la isla es barato, y hay que hacerse a esos precios. El desayuno está incluido y su restaurante, para almuerzos y cenas, justifica con creces no tentar suerte en los de la ciudad. Los sibaritas reduzcan al mínimo sus expectativas, pues no encontrarán nada que merezca el adjetivo de exquisito o el superlativo de riquísimo. Sin embargo, la comida es sana y el pescado (atún o albacora) brilla en la mesa.

IMG_3698Sin lugar a dudas, lo que da fama a esta isla son los moais, gigantes de piedra que le dan la espalda al mar (me recuerdan a mis paisanos limeños, que por siglos, hemos vivido de espalda a la Costa Verde), colocados sobre plataformas de piedra, donde se enterraban los restos de los jefes de la tribu. Si bien, los primeros estudiosos científicos no encontraron ninguno en pie, y más de uno ya había sido utilizado por propios y extraños para la construcción de viviendas; una vez que fueron puestos en valor, captaron la atención mundial, y paradójicamente, de los mismos rapanuences. Gracias a ello, los 4,000 habitantes de la isla viven en muy buenas condiciones gracias al turismo –principal fuente de ingresos-. Ni bien baja uno del avión, antes de pasar por migraciones, puede comprar el boleto para ingresar a todos los parques. Su costo es de 60 dólares o su equivalente en pesos chilenos. En Hanga Roa puede llegar a 75 dólares, por lo que conviene comprarlo ni bien llegar. No podría privilegiar ninguno de los parques –aunque tengo mi favorito- porque todos merecen la pena de ser visitados. La experiencia es fantástica, porque siempre hay buena luz y la mejor de las perspectivas si uno afina la vista y pone a prueba su cámara de fotos. A nosotros nos tocó lluvia por ratos, pero qué refrescante y memorable –completó la experiencia-.

IMG_3761Una feliz sorpresa fue la Playa de Anakena, con sus palmeras y cocos, con su arena blanca y mar turquesa, con sus olas tibias y a los lejos, olor a BBQ de cerdo, pescado, langostinos y res. A los alrededores, gente de todo el mundo en ropa de baño, refrescándose en su costa. Y a escasos metros, otros moais de cabellera roja, enormes y expectantes. A esta playa llegamos como parte de un half day, ofertado por la Agencia Rapa Nui –todos los traslados y paseos guiados los hicimos con ellos. Otra acertada decisión-. El dominio del inglés del guía local llamó mi atención, porque pasaba del inglés al español a su idioma local con una facilidad que había que ver.

IMG_4485Es verdad que gran parte del viaje lo hacen las grandes estatuas de piedra, y el descubrir en sus gestos, en sus formas, un significado exotérico, arcano. Pero la isla es también diversión. La noche que pasamos en el restaurant Te Ra’ai fue especial (http://www.teraai.cl/). Por 85 dólares (persona), te invitan a vivir la cultura local. Ni bien ingresas, te ofrecen un pisco sour de papaya y una galleta de soda con atún. Luego, uno a uno nos van adornando el rostro con divertidos diseños, para acompañarlos en el ritual familiar del umu, lo que en Perú o Bolivia se conoce como la pachamanca. Cocción bajo tierra, con piedras calientes, de diversos vegetales (camote, papa, zapallo, etc.), pescado, pollo y cerdo. Para luego, pasar a las mesas y celebrar del festín. Un bufet de todo lo que vimos sacar de la tierra, con jugos de fruta, abundante vino, sodas, o lo que se te ocurra pedir. Sabores de la tierra, ni más ni menos, que vale la pena probar.

IMG_4492Al rato vino el show. Primos hermanos de los tongos y samoas, pero muy diferentes. Ni un gramo de grasa. Con bailes saltarines y cargados de energía, sus atléticas anatomías respondían a todo capricho de la mente. Daba envidia verlos bailar, cantar, reír, gozar. Lo justo es parafrasear a Víctor Ika, su director, porque las palabras quedan cortas: «Ha'ere riva riva mai korua; Ite koe a rote vaha nei mo ma'u e mo haka angi angi riva riva i to matou hauha'a Tupuna. Na e kau e ha'ere ké ena e huri huri ró e raua hai mana'u ké,  irunga ana e haka tere ana hai ingoa o Matou» (Traducción: Te invito a conocer y a aprender algunos acontecimientos históricos, leyendas y mitos de Rapa Nui, a través de una puesta en escena única en donde serás más que un espectador, nuestro cantos y bailes siempre han sido un misterio, siendo muchas veces mal interpretados, conócelos tu mismo participando y escuchando los significados del hoko, kai kai, riu, entre otros).

IMG_4502Quiero dejar al final, mi agradecimiento y reconocimiento a Christian, nuestro guía. No exagero si afirmo que ha sido uno de los mejores guías que me han tocado en mis viajes. Muy profesional, pero sobre todo, crítico de su presente y honesto. No solo compartió con nosotros la historia de la isla, sino que nos dio una idea clara de su status quo, de sus fortalezas y amenazas. No hubo pregunta que no haya respondido con destreza, humildad, conocimiento e inteligencia. Completó una experiencia inolvidable y muy recomendable. Al final, todo depende de uno. Hay cosas criticables, como en todas partes. Pero si vas de vacaciones, y lo que quieres es vivir una experiencia inolvidable, empieza por predisponerte a que sea así. Un pelo en una sopa puede ser también la oportunidad de conocer al cocinero y sus circunstancias.

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