martes, 8 de diciembre de 2009

Vargas Llosa en el Vargas Llosa

 

Ciccia_Carrillo_Teatro La dramaturgia de Mario Vargas Llosa se resume en seis obras –lo suyo es la novela y el ensayo-, una más memorable que la otra, hay que decir. A saber: El Loco de los Balcones, La Chunga, A Orillas del Támesis, Ojos Bonitos, Cuadros Feos, La Señorita de Tacna y Kathie y el Hipopótamo. Es vox populi que  fue en reconocimiento a su copiosa obra literaria y resonancia internacional, y no sólo a su teatro, la razón por la que bautizaran al nuevo teatro de la Biblioteca Nacional con su nombre. Merecidamente, sin duda. Claro, hay muchos que señalan que hemos tenido mejores dramaturgos, y no lo dudo, pero si vamos a hablar de una obra completa, pocos merecen tantos lauros como él. Y dejémonos ya de mezquindades, que no es justo homenajear a quienes mejor nos representan, después de muertos. Como siempre lo he dicho, México es un buen ejemplo de los homenajes a sus célebres en vida, y nosotros los peruanos, no podemos ni debemos ser la excepción, que las buenas prácticas están para replicarse.

IMG Y ha sido en este pequeño pero moderno teatro que hace un par de semanas, fui a ver La Chunga, dirigida esta vez por Giovanni Ciccia, con un elenco conformado por los reconocidos Óscar López Arias (Josefino), Emilram Cossío, Alberick García, Mónica Sánchez (La Chunga), Stephanie Orué (Meche) y Carlos Solano. Excelentes actores todos, aunque se nota la menor experiencia (comparativamente hablando) de la Orué. De bellas formas y encantadora sonrisa, como tenía que ser, esforzada por dar lo mejor, también… pero la experiencia es la experiencia, y los otros actores, la aventajan -por no poco- en edad y curriculum vitae. Sobre la historia, comenta su director: “Aclaremos algo: esto no es la historia de amor entre dos mujeres, de una relación lésbica. La obra va más allá de eso. La Chunga trata sobre un mundo muy hostil, machista, decadente, violento y casi desahuciado, en el que, sin embargo, nacen sentimientos de amor, deseos y pasiones. Es una propuesta muy rica que habla de la condición humana y de todas las dimensiones que ella tiene”

430 Confiesa el mismo Vargas Llosa sobre su obra: «Igual que en mis dos obras de teatro anteriores —La señorita de Tacna y Kathie y el hipoptamo— he intentado en La Chunga proyectar en una ficción dramática la totalidad humana de los actos y los sueños, de los hechos y las fantasías. Los personajes de la obra son, a la vez, ellos mismos y sus fantasmas, seres de carne y hueso con unos destinos condicionados por limitaciones precisas —ser pobres, marginales, ignorantes, etc.— y unos espíritus a los que, sin embargo, pese a la rusticidad y monotonía de su existencia, cabe siempre la posibilidad de la relativa liberación que es el recurso de la fantasía, el atributo humano por excelencia. Uso la expresión «totalidad humana» para subrayar el hecho obvio de que un hombre es una unidad irrompible de actos y deseos y, también, porque esta unidad debería manifestarse en la representación, enfrentando al espectador con un mundo integrado, en el que el hombre que habla y el que fantasea —el que es y el que inventa ser— son una continuidad sin cesuras, un anverso y reverso confundibles, como esas prendas de vestir que se pueden usar por ambos lados de tal modo que resulta imposible establecer cuál es su derecho y cuál su revés» (En La Chunga de Mario Vargas Llosa entre la certera y desmesurada obsesión, de Lucrecio Pérez Blanco). Vayan a verla, además, con lo económica que está la entrada, no hay excusa.

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