jueves, 2 de abril de 2009

Tirando la toalla

 

tirano_1 Si hay algo que ya no tolera la gente en sus puestos de trabajo, es el maltrato sicológico. ¡No!, no voy a permitirles que me repitan eso que dice Fiodor Dostoievski –cuya pluma tanto admiro-en la primera página de El Jugador, sobre el «desinteresado espíritu de servilismo». Se puede ser servicial, y está muy bien, pero servil más bien linda con lo abyecto, lo genuflexo, lo calzonudo... vamos, con lo gilipollas, y mejor la dejamos ahí. Y viene al caso el comentario, pues hoy en el trabajo, conversando en el despacho de un gerente, dialogábamos sobre la gran importancia del buen trato, del reconocimiento, del empoderamiento efectivo, y de lo nefasto del autoritarismo, tan común en algunos recién ascendidos. El humor criollo no lo dejó de notar, y afirma socarrón: «no hay animal más ingrato, que cholo, paloma y gato». Es decir, que no es raro que personas con grandes dotes intelectuales y desarrolladas competencias directivas y de gestión, sean tan pobres en cuanto a inteligencia emocional, y traten a sus colaboradores como la última rueda del coche, es decir, como unas mierdas.  

 

depresion-bn Este gerente, amigo mío, de hecho, mi superior jerárquico, me comentaba lo mal que llegó a sentirse con un ex jefe suyo, el segundo más importante de la organización, por lo mal que lo trataba, por las caras de aburrimiento y sorna que le ponía cuando le consultaba determinado tema, por la incoherencia entre su discurso y su accionar, entre otras cosas por el estilo. Sí, es verdad que ganaba un sueldo muy por encima de la media del mercado, es verdad que le pagaban la gasolina, el mejor seguro médico, la camioneta 4x4, y otras gollerías, pero nada compensaba el hecho de sentirse, más de una vez al día, como una vil mierda. Y cuando me lo contaba, sujetaba el lapicero con extrema presión y me repetía una y otra vez. Yo no soy una mierda. Y le creo, porque dones de gente le sobran, pero por este individuo con un cargo directivo mayor, llego a dudar si lo era o no. ¡Vaya que poderosos pueden llegar a ser estos tipos,  hijos de su chingada madre! No por nada nos advertía John Kotter, profesor de Harvard, que «desarrollar un director general lleva entre diez y veinte años, y no valen los atajos».

 

prof_ricardo_alania Un estupendo amigo mío, y en más de una ocasión, sabio y andragógico profesor del Máster que seguí, el Dr. Ricardo Alania Vera, nos hablaba siempre de la importancia de la generación de valor en una organización, a través de prácticas organizacionales como por ejemplo institucionalizar el saludo, o apostar por la coherencia y el respeto, etc. Pero siempre involucrando a todos y cada uno de los miembros de la empresa, interesándolos, motivándolos, incluyéndolos. Y hasta de memoria recuerdo, gracias a él, esa máxima atribuida a los antiguos chinos, de algunos miles de años atrás: «enséñame y lo olvidaré. Muéstrame, y quizá lo recuerde. Involúcrame y lo entenderé». No hay que recurrir a apalancamientos financieros para reforzar o reflotar una empresa, el principal capital es el humano, y es a él, al que hay que apuntar. Pero eso sí, respetos guardan respetos. Y como dicen en mi pueblo, «lo cortés no quita lo valiente». 

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