¿Se puede culpar a alguien, levantarle el dedo acusador, por algo que no cometió? La razón y el sentido común dirán que no. La realidad, en cambio, nos demuestra día a día lo contrario. Incontables son los casos en que se ha apedreado, se ha fusilado o se ha estampado una letra escarlata, en la piel de un inocente. Voltaire con razón nos decía que «vale más intentar en salvar a un culpable que condenar a un inocente». Pero pareciera que todo está al revés. "Por si acaso" sindicamos, condenamos, defenestramos al prójimo. La evolución del principio del «in dubio pro societate» al «in dubio pro reo» ha quedado olvidada en los gruesos tratados de Derecho Penal. La mayoría opina que confiar en su sistema judicial es un acto de fe, más que un deber ciudadano. De ahí que, con humor negro, Walter Rode señalara que «la confesión es la reverencia del acusado ante la justicia. El acusado que niega el delito, va a un duelo; el que lo confiesa, va al matadero». Así de desacreditada anda la ojivendada justicia.
Este es, en parte, el argumento de la película israelí Walk on water (en hebrero: ללכת על המים;), dirigida por Eytan Fox y estrenada en 2004, que contó con un reparto conformado por Lior Ashkenazi (como Eyal), Knut Berger (como Axel Himmelman), Caroline Peters (como Pia Himmelman), Gideon Shemer (como Menachem), Carola Regnier (como la madre de Axel), Hanns Zischler (como el padre de Axel), Ernest Lenart (como Alfred Himmelman), Eyal Rozales (como Jello), Yusef 'Joe' Sweid (como Rafik) e Imad Jabarin (como el tío de Rafik), entre otros. Es decir, se enfatiza en el sentimiento de culpa desarrollado por la juventud germana, en razón a los crímenes genocidas de sus abuelos nazis. Y no exagero. Recuerdo que en una reunión en California, conviviendo con un grupo de jóvenes alemanes, luego de beber cerveza a lo vikingo, se empezó a desnudar el alma, y más de uno, en pleno llanto, confesó lo duro que es vivir sabiendo que su abuelo fue un asesino de inocentes judíos. Realmente, lo decían con convicción. Cada quien responde por sus propios actos, eso queda claro, pero pareciera que el ser humano se complace en endosarse una responsabilidad que no le pertenece. Un atavismo que empezó con el destierro del Edén.
Claro, esa es una de las tantas historias que se desarrollan en el film. Hay también venganza, homosexualidad, traición, xenofobia, incluso amistad, empatía, compasión, deseo, y quizá incipientes formas de amor. Según Antyllus en Amazon, «The real meaning of 'walking on water' is that one has to get out of the boat and have enough confidence to do it. That is also the theme of this film, with its connections to the past and the present in an uneasy mingling of prejudices and learning; how to overcome those personal inhibitions and flaws to finally be able to walk on water». No voy a decirles cómo pueden acceder a ella, pues la mayoría lo sabe mucho mejor que yo. Sin embargo, si pueden adquirir el original, no se van a arrepentir. Puede verse, fácilmente, más de una vez. Antes que me olvide, es apta para mayores de 14 años. Y no lo digo en joda.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario