Recibí una llamada por teléfono, un sábado por la mañana. Era Fer, que me invitaba a almorzar juntos, el lunes de la siguiente semana, y conversar sobre un tema en particular, que sólo podía ser tratado face to face. Como era de suponer, acepté del mejor grado, y ese lunes acordado, nos encontramos al medio día en el local de KFC de la avenida Comandante Espinar, en Miraflores. Me proponía compartir con él la gerencia general -en mi caso, como gerente general adjunto-, y participar también en el accionariado de una empresa que no hacía mucho, había constituido: Multi Connections S.A.C. Mi papá, ya mucho años atrás, me había aconsejado que con las únicas personas que vale la pena asociarse, tratándose de micros, pequeñas y medianas empresas, es con aquellas que les confiarías sin reparos las llaves de tu casa. Es decir, gente de absoluta confianza, que no te busca por un interés económico solamente, sino, para que con tu apoyo, hacer realidad un sueño, o lo que es lo mismo, una empresa. Y no es fácil empresa -valga la redundancia- hacer empresa en el Perú. Casi un 80 % de los nuevos empresarios no llega al año, y a veces, luego del balance final, y del estado de pérdidas y ganancias, las deudas alcanzan las capas de ozono de la estratósfera.
Fernando C. Rincón Newton -Fer, para los cercanos-, tengo que decirlo, es una de las personas más íntegras y honestas que he conocido en mi vida, tanto en el Perú como en el exterior. Y sin embargo, es también uno de mis mejores amigos. Me pidió que lo pensara, y que le diera una respuesta, a más tardar, el día viernes. No podía perder más tiempo, porque la maquinaria ya estaba en marcha, y necesitaba un brazo derecho. Dentro de mí -pensé-, ¿cómo se le dice que no a un amigo? Tenía planeado llevar un año sabático luego de trabajar siete años sin tomar vacaciones, y quizá, iniciar mis estudios del Máster en Dirección Estratégica del Factor Humano, en la UPC. Pero si me había llamado, particularmente a mí, era porque realmente me necesitaba. Él tiene sobrada experiencia en el rubro gerencial, ostenta un MBA otorgado por la Universidad Privada de Piura, y no hacía mucho, había dejado el puesto de Gerente Regional de una de las entidades estatales más importantes del país, manejando un presupuesto de cientos de millones de dólares, y con miles de trabajadores a su mando. Y ahora, había encontrado una estupenda oportunidad de hacer empresa, y por tanto, había decidido, empezar a escribir su propia historia. Yo nunca había gerenciado nada, aparte de mi propia vida, pero sí tenía sobrada experiencia en el factor humano, y por ende, la gestión y dirección de los recursos humanos.
Hablamos de la inversión inicial, del payback o retorno de la inversión, del punto de equilibrio, del organigrama, del plan de trabajo, etc. Como abogados, habíamos tomado todas las precauciones para que sea lo más rápida posible, la apertura del libro de actas, la matrícula de transferencia de acciones, las licencias de funcionamiento, el trámite del RUC, la apertura de la cuenta corriente, la inscripción en el CONSUCODE, en el Ministerio de Trabajo, en Essalud, etc. También acordamos la contratación de un buen estudio financiero-contable. Aceptada la oferta, nos pusimos manos a la obra, es decir, a gerenciar. Fue ahí que agradecí la importancia de haber leído libros como: Gerente por Primera Vez, quinta edición, de Loren B. Belker y Gary S. Topchik; Capital Humano, Creando ventajas competitivas a través de las personas, de Thomas O. Davenport; El Espejo del Líder, de David Fischman, etc. Me fue muy útil su lectura para desmitificar ciertas cosas, y revalorizar otras. Uno cuando empieza su empresa, quiere hacerlo todo, cuando la función del gerente, del líder, es delegar funciones, poner en práctica el empowerment right.
El sacrificio duró un año, trabajamos 11 horas al día de lunes a viernes, y los sábados 8 horas. Invertimos una significativa parte de nuestros ahorros, involucramos a nuestros amigos y familiares para que nos apoyen. Cumplimos con todas nuestras obligaciones fiscales, financieras, laborales y demás. Le pusimos el corazón, además de las manos y el cerebro, pero no fue suficiente, mas aún, cuando el contrato que firmamos fue por Adhesión, es decir, que no cabe la negociación entre las partes contratantes, o firmas, o no hay trato. También hubo ocultamiento de información por parte de la empresa matriz -nos enterábamos de cada nueva cosa, con el paso de los meses-, una transnacional, cuyo dueño es el hombre más rico del mundo. Parecía el negocio perfecto, justo a nuestra medida, pero nos equivocamos. Y antes de perderlo todo, decidimos, ya asesorados por especialistas en el rubro, felizmente, también desinteresados amigos nuestros, transferir la empresa. Fue doloroso, pero uno tiene que saber cuando es válido seguir, y cuando no. Sé de casos, en que esperaban ilusoriamente que el mes siguiente mejore el negocio, y el mes siguiente, y el mes siguiente. Hasta que lo perdieron todo. Primero fueron todos sus ahorros de toda la vida, luego fue el auto, luego la casa, y finalmente, la dignidad. Ser un buen gerente, es también tomar la decisión correcta, en el momento adecuado. En la toma de este trascendental decisión, fue vital el consejo del papá de Fer, don Fernando, a quien tanto admiro y aprecio. Cuando me dice que me ve como a un hijo, llena de gozo y orgullo mi corazón.
Aplaudo a todos aquellos que se quieren independizar, y empezar su propia empresa. Busquen bien sus socios, y se evitarán grandes problemas. Cuando hay capital, todo son sonrisas. Cuando empiezan a ajustar las correas, la gente empieza a desertar y a mostrar los dientes de lobo (homo homini lupus, diría Plauto, el hombres es un lobo para el hombre). De más de sesenta personas que tuve a mi cargo, en ese tiempo, sólo podría hablar bien de 2 ó 3 de ellas. Las demás, estaban ahí por el dinero, para sacar provecho, para lucrar, nada más.
Querido lector, si procuras de un consejo, con gusto estaré para escucharte, y en un exceso de arrogancia, aconsejarte. Escríbeme, que con gusto te responderé. Toda experiencia es aleccionadora. Gané mucho como persona y como profesional. La plata, al final del día, no lo es todo. Hay victorias, las pírricas, que cuestan más que una derrota. Hay derrotas, como esta, que valen más que una victoria.
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