viernes, 29 de febrero de 2008

Constituí mi empresa... ¿Y ahora qué?

Ventas Una frase común entre los abogados, es que pocas cosas son tan fáciles, como constituir una empresa. Lo engorroso y complejo, es cerrarla. Obviamente, nadie empieza una empresa para cerrarla al poco tiempo, pero por razones tan comunes como la falta de asesoría, la poca información, la ausencia de valores, la incapacidad de los gerentes, la descapitalización, la poca rotación de bienes o servicios, etc., hacen que, lo que un día fue alegría, se convierte en fatalidad -en términos figurados, claro está-.

Y es que el ánimo, el entusiasmo, las ganas, se centran en los gastos pre-operativos, y se olvidan, casi por completo, de los gastos operativos, tanto o más importantes que los primeros. Y no porque no haya donde ir a preguntar y asesorarse, sino, porque lo consideran un gasto absurdo, irrelevante, prescindible. O porque el nuevo empresario, cree, que ya lo sabe todo, y que nada nuevo, le van a enseñar. Finalmente, es su plata, y si la pierde, o gana más, es su asunto, su business. Craso error. Por eso, no sorprende, que cuando se evalúan distintas empresas, del capital humano (su personal, la gente que trabaja en su empresa), sólo se aprovecha un 20% de su capacidad operativa, desperdiciándose mes a mes, el 80% de algo por lo que ya pagó, acelerando de esta forma, el proceso involutivo de su negocio. Para toda empresa que tenga más de tres miembros, independientemente de si son familiares o no, deben incluir en su plan de acción los siguientes tres puntos:

Descripción del trabajo: Es decir, qué le toca hacer a cada quien, elaborar un manual de funciones, delimitar responsabilidades, establecer el desempeño que se espera de cada uno de los que integran su capital humano. Si logran en este punto el paradigma de François Rabelais: trabajad cada uno según vuestra propia vocación, considérese un gerente exitoso. Es aquí fundamental el trabajo conjunto con quien seleccionó y capacitó al personal, porque con él, podrán ubicar en la mejor posición, a la persona más apta, no la más carismática o amiga. Nunca lo olvide, estamos hablando de su dinero. Si lo quiere regalar alegremente, considere también las fundaciones, los hospitales, los orfanatos, entre otros. Porque cuando se le acabe la plata, los muy amigos, pasan a ser, muy extraños. Exacto, «si te vi, no me acuerdo».

Evaluación del Desenvolvimiento: Cada cierto período de tiempo, ya sea trimestral, o semestral, o como mejor lo prefiera, se debe de evaluar el trabajo de todo su personal. Instancia por instancia. Si no los evalúa, nunca sabrá si están haciendo bien su trabajo, o si podrían hacer más, o si necesitan capacitación, o un mayor aliento. Tome su tiempo para pedirles a sus trabajadores, qué más necesitan para hacer una labor de excelencia. Entrevístese con ellos, conozca lo que sienten, piensan, esperan de usted. No olvide que las personas no constituyen costes, factores de producción ni bienes. Son inversores en su negocio, que pagan con capital humano y esperan conseguir  un beneficio por su inversión.

Administración del sueldo: En otras palabras, pagar valor con valor. Hacer un justo pago por el trabajo que ha sido prestado. Es por ello tan importante el punto anterior, porque de acuerdo al desenvolvimiento, se le debe de pagar a las personas. Quien da más de sí, quien invierte más de sí, consecuentemente, obtendrá más para sí. Sea lo más objetivo posible, y en la medida de lo posible, promueva a su gente, con aumentos, cada vez que vea que se esfuerzan por alcanzarlo.

Bueno, pues, manos a la obra. Y por favor, no sean mezquinos a la hora de pedir ayuda. No vean la consultoría empresarial como el negocio de unos vivos, es importante. Pero tampoco se vayan donde el primero que les ofrece resultados mágicos. Investiguen ofertas, y cuando tengan al menos tres opciones, elijan la mejor por calidad y precio. Si tiene las tres "b" (bueno, bonito y barato), y pueden crear una relación duradera con este proveedor de servicios, van acelerados hacia el éxito.

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