Pues sí, el 18 de enero se celebra la fundación de la capital del Perú, Lima. Ciudad virreinal que fuera refundada por el conquistador Francisco Pizarro en 1535, con el nombre de La Muy Noble, Muy Insigne y Muy Leal Ciudad de los Reyes del Perú (previa la conquista, fue un importante cacicazgo). Como era de suponer, un nombre tan largo no podía durar, y en efecto, así mismo fue. Al poco tiempo se impuso por la fuerza de la costumbre, su nombre anterior a la conquista: Lima, que es como ahora la conocemos y llamamos. El origen etimológico es un poco confuso, porque para algunos provendría del aymara (lima-limaq, flor amarilla) y para otros, del quechua (rimaq, hablador o el que habla; limaq, en la variedad quechua costeña en la que la "r" sonaba como "l"). Lo que importa, es que es una de las ciudades más lindas de Sudamérica. En la época virreinal, fue la metrópoli más importante, pero luego de la independencia y surgimiento de las demás naciones-estado del continente, fue perdiendo ese lugar estelar.
En ella habitan, casi el 40% de la población nacional, es decir, siete millones de habitantes, y siguen llegando... Ese es uno de los temas más importantes por resolver, ya que mientras el Perú siga siendo un país centralista, y no trabaje en una real descentralización, como bien hizo Colombia, con importantes ciudades satélites, terminará con una superpoblación que no permitirá ordenarla jamás.
El centro histórico cuenta con edificios maravillosos, y casi todos los tipos de arquitecturas (art deco, mudéjar, barroco, neoclásico, churrigueresco, gótico, etc), incluyendo templos y huacas precolombinas con más de dos mil años de antigüedad. Lo malo, es que el limeño promedio todavía no se da cuenta de lo que tiene. Falta amor por la ciudad, pintar los frontis, mantener verdes los jardines, arreglar las pistas y veredas, no tirar basura a la calle, no pintar las paredes, en fin. Recién desde la alcaldía de Alberto Andrade Carmona, se ha empezado a cambiar el rostro de la ciudad. Antes de él, era normal encontrar “mierda y orines esparcidos por todo el lugar”, citando a Kai Hermann y Horst Rieck, en su novela Wir Kinder Vom Bahnhof Zoo. Hay que agregar, que mucho hizo por la ciudad, que la UNESCO la declarara Patrimonio de la Humanidad.
Para mi gusto, el distrito más prolijo es San Isidro, con vista al mar, club de gol, varios hoteles de 5 estrellas, restaurantes de 5 tenedores, modernos cafés, cosmopolitas bares, lindas propiedades (el metro cuadrado está en dos mil dólares) bello ornato, lindos parques y fuentes, y una visión bastante occidental de Lima, donde el gran porcentaje de residentes son blancos. La calle Conquistadores es la versión peruana de Beberly Hills. Miraflores es otro buen referente urbanístico, un tanto más comercial, visitar Larco Mar es obligatorio, frente al Hotel Marriott; aunque en general, todos los distritos que tienen que ver con la Costa Verde están bastante bien, es decir, San Miguel, Magdalena, San Isidro, Miraflores, Barranco y Chorrillos. Como en todas partes, tienen sus partes no tan turísticas, pero en líneas generales, son bastante interesantes. Barranco tiene especial encanto, por lo detenido en el tiempo. Muchas de las viejas casonas republicanas, son ahora agradecidos bares, peñas, restaurantes, cafés, centros culturales, galerías.
Pero, si tuviera que escoger, me quedaría con el Centro de Lima. Claro, no para vivir, sino para visitar y aprender. Hay que agregar que la propuesta culinaria de Lima ha mejorado muchísimo, aunque el servicio todavía es una deuda pendiente. Sólo en contados bistros hay un esmerado servicio, en los demás, es casi inexistente. Sólo como anécdota, recuerdo que cuando visité con Hernan Saab, un amigo californiano, una pollería (el pollo a la brasa el algo que se tiene que comer), fuimos a lavarnos las manos, y no había jabón por ninguna parte. Cuando le pedimos a la mesera algún tipo de jabón, volvió con un poco de detergente para ropa, es decir, sin comentario. Ahora, para los limeños, la comida peruana es la mejor del mundo, asi que no hay que fiarse de todo lo que recomiendan, porque hay un abuso de condimentos, especias, picantes. El que no esté acostumbrando, puede terminar con una hemorragia cacal, o que es lo mismo, una diarrea de la pitri-mitri. Otro dato importante, es que la comida japonesa en Lima, debe de ser la más barata del mundo. Es quizá por lo económico de los ingredientes marinos, o por la gran comunidad japonesa en el país. Ahora que está tan de moda, no debería de dejarse pasar. Toshiro Konishi es el más eximio representante. En cuanto a cocina de alto nivel, Gastón Acurio tienen un nombre bien ganado en la historia peruana. Hoy en día, su cocina está en 11 países (incluidos ocupados y carísimos restaurantes en Madrid y Londres), y con su programa televisivo, La Aventura Culinaria, descubre maravillas ajenas aún para los mismos nacionales. Otra cosa, hay que animarse por el ceviche, el pescado marinado en limón, con cebolla, ají limo, ajinomoto, yuyo, y ahí nomás lo dejo. Tienen que probarlo.
Lima está llana a ser descubierta. Vale bien la pena hacerlo, pero mucho cuidado con ir muy lejos, el tema de la seguridad todavía no está resuelto, y uno puede perder algo más que la cartera o la ropa interior. Y los policías de la guardia civil, muchas veces, no saben ni donde están parados. Otros, buscan la manera de ganarse una "mordida", o coima. Cruzar una luz roja, puede arreglarse extraoficialmente en poco menos de 10 dólares. Hay cosas que nunca cambian, si revisamos un fragmento del poema Lima, de Mateo Rosas de Quevedo, un andaluz que vivió en Lima entre 1593 y 1598:
"Un visorrey con treinta alabarderos
por fanegas medidos los letrados
clérigos ordenantes y ordenados
vagabundos, pelones caballeros.
Juzgadores sin número y coimeros
mercaderes del aire levantados
alguaciles, ladrones muy cursados
las esquinas tomadas de pulperos.
Poetas mil de escaso entendimiento
cortesanas de honra a lo borrado
de cucos y cuquillos más de un cuento
de rábanos y coles lleno el gato
el sol turbado
pardo el nacimiento
aquesta es Lima y su ordinario trato".
Finalmente, en la foto, aparezco con la mejor picaronera (el picarón es uno de innumerables dulces típicos limeños) de Lima, en el Boulevard Chabuca Grande, a la espalda del Palacio de Gobierno, antes de cruzar el puente al distrito de Rímac. Luego de almibararme y sabrosear sus picarones, no podía dejar pasar la foto para el recuerdo. Brindemos pues por este onomástico limeño, y levantemos nuestras copas de espumoso pisco souer.
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