jueves, 20 de diciembre de 2007
Cuando la ambigüedad vende
El título de esta entrada es producto de la célebre frase de Miguel Luchino González Borlani -más conocido como Miguel Bosé- cuando se le preguntara por su inclinación sexual, muy suelto de huesos, respondiera: Mi ambigüedad vende. Y vaya que vende, pues suman más de diez millones sus discos (originales) vendidos, además que son pocos los rincones del planeta donde no se le conozca. Esta misma fórmula es la que vienen usando las locas más locas de la televisión peruana, Jaime Bayly Letts y Humberto Ortiz Pajuelo -no olvidemos que Beto Ortiz saltó a la fama luego de desplumar a otra loca de los medios, Carlos Cacho). Hay que decirlo desde ahora, ambos son dos estupendos escritores. Claro, Jaime Bayly es supremamente más famoso, urbis et orbis, pero Beto Ortiz es mejor escribidor. En el Perú, sólo el imbatible Jaime Bedoya puede presumir de escribir mejores crónicas. No hay otro que se le aproxime siquiera. Pero ni con todo su talento -el de Jaimito y el de Beto, se entiende- multiplicados a la ene potencia, habría bastado para ostentar la fama que ambos tienen ahora. No sé si el fin haya justificado el medio, no lo sé. Mientra que a uno le ha valido un estilo de vida digno de los ricos y famosos, al otro le ha costado el destierro neoyorquino y la estrechez económica. Pero siguen ahí, dueños de la preferencia televisiva. J.B. con un programa de fin de semana por el Canal 2, El Francotirador, y el otro, B.O., con un programa diario (L-V) en el Canal de menor rating, el 11, llamado Ca11ate Beto. En este punto, señalaré que Jaime es de lejos, el mejor entrevistador televisivo del país, y Beto no termina de convencer, es más, por tratar de ser expontáneo, sacrifica el interés que pueda generar y se queda sin preguntas, y eso cansa rápido. Por otro lado, también los dos tienen sus respectivas vitrinas periódisticas. Uno en El Correo, el otro en Peru21. Podría hacer muchos paralelismos con ellos, pero no es el caso. El caso es, la insoportable necesidad de maquillarse ante la audiencia, para ser tomado en cuenta. Yo no les creo mucho esa homosexualidad empavonada, desenfadada, orgullosamente gay. Probablemente hayan agrandado el círculo de amigos, y ya no les gusten las chicas, sino las grandes. Probablemente, pero esa desfachatez, esa conchudez para salir del closet no es propia de los limeños. No la es. En definitiva, sólo alguien que no es homo o bisexual, es capaz de admitir de esa forma, que sí lo es, salvo no tan honrosas excepciones, que vienen a confirmar la regla. Aquí el punto no es el dilema hamletiano del to be or not to be. Cada quien es dueño de hacer con su vida lo que mejor le parezca. Lo que indigna es lo hipócritas que tenemos que ser, para poder alcanzar algo. Ellos dos, con admitir públicamente que les gustan los hombres, y de paso, que escriben novelas, son más conocidos que el mismísimo César Vallejo en su mejor momento. Y no exagero, las estadísticas son algo más que un juego de tontos porciento. Evidencian una realidad que avergüenza y ruboriza, nuestro nivel moral y cultural.Enhorabuena si nos hemos vuelto más tolerantes y hemos empezado a preocuparnos más en lo que pasa dentro de nuestras casas y no en la del vecino. Enhorabuena si somos capaces de aceptar al distinto. Enhorabuena si el discurso religioso-ortodoxo ya no tiene resonancia. Porque la verdad, pasar por cabro para vender libros en nada favorecerá sus biografías, que de seguro, serán escritas y leídas.
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