La Semana Santa, para los creyentes en el Cristianismo, es el periodo litúrgico y sagrado que transcurre desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. Es asimismo, el período de más intensa actividad dentro de la Iglesia, por ser la semana en la que se hace un memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro señor Jesucristo. Los días que la conforman son el Domingo de Ramos, el Lunes, Martes, Miércoles, Jueves y Viernes Santos, el Sábado de Gloria, y el Domingo de Resurrección. De toda esta semana, los días más importantes son los formados por el «Triduo Pascual», es decir, el Jueves Santo, el Viernes Santo, en el que se conmemora la muerte de Jesucristo y el Sábado Santo, en el que se conmemora a Cristo en el sepulcro. También es importante la vísperas del Viernes, el Jueves Santo, día en el que la Iglesia Católica conmemora la institución de la Eucaristía. En los santos oficios de ese día se reserva el Santísimo Sacramento en un lugar que se prepara en la iglesia, llamado monumento, hasta el oficio del día siguiente, permitiendo a los fieles la adoración personal o comunitaria al Santísimo Sacramento durante un breve momento o toda la noche, según las posibilidades de cada lugar.
Por lo menos en Lima, la gente joven aprovecha esos días feriados no laborables, para despedirse del verano (19 ó 20 de marzo, en el hemisferio sur) y recibir el otoño de la mejor manera, «morenos por los rayos del sol». En grandes cantidades, salen a acampar a las playas del sur o norte de la capital, o aprovechan para conocer alguna remota provincia del país, donde las celebraciones por Semana Santa son más coloridas y sentidas (en el departamento de Ayacucho son las más famosas). O sencillamente, para relajarse en sus casas, y preparar jugosos asados, no precisamente con carne de pescado. Es también sabido, que durante la Semana Santa, ocurren la mayoría de embarazos no deseados, o más correctamente, no planificados, que no siempre es lo mismo. También son interminables las borracheras, el exceso de estimulantes, y las largas sesiones de amor. No resulta extraño entonces, que más que Semana Santa, sea conocida como «Semana Tranca».
Recuerdo que la consigna del líder del grupo con el que solía acampar en esas fechas, era «donde pongo el ojo, pongo la verga». Y vaya que tenía suerte el desgraciado. Cuando finalmente nos alistábamos a volver a casa, contaba ante la envidia y la incredulidad de todos, los varios calzones de sus víctimas: rojos, negros, rosados, amarillos, blancos, y así. En algunos casos, los había sustraído en un descuido de sus acompañantes, en otras, ellas mismas se los regalaban como pícaro recuerdo de la aventura veraniega. No faltaban las críticas de algunos compañeros de viaje, por su reprochable conducta. Pero él se defendía diciendo, que como los judíos a Cristo, él las crucificaba por pecadoras, y las atravesaba con su lanza, conmemorando el Viernes Santo de Crucifixión. Luego del orgasmo, ellas resucitaban, y ya, satisfechas que estaban, podían volver a la rutina de sus monótonas vidas de Lima. Quien inventó la palabra «caradura», debió seguramente conocer a alguien como él. Pero tampoco hay que echarle toda la culpa, que nadie se baja el calzón por su gusto y gana. Si hasta una vez lo acusaron de violación. Y en su declaración policial, la supuesta víctima manifestó que antes del acto sexual, le preguntó si tenía condón. ¡Andá! Así de estúpidas eran la mayoría de sus presas. ¡Es que oye!, como diría mi buen valedor, Leonardo García, chilango de los United.
Mucho tiene que hacer la Iglesia -católica, cristiana, ortodoxa, o como se quiera llamar- por recuperar el terreno que perdió, no sé si para siempre. Si quiere llegar a más jóvenes, deberá aceptar primero que la juventud no tiene pecados. Lo que tiene, es necesidades. Sobretodo la necesidad de experimentar, de aprender, de conocer por sus propios medios. Nadie aprende en el pellejo ajeno, y aunque nos adviertan hasta el cansancio que el fuego quema, dudo mucho que alguien no quiera meter el dedo. A la llama, se entiende. Lo que es yo, me voy con mi familia a Ayacucho, a poner a prueba una vez más, el motor de mi Rav4. Parto mañana por la madrugada, siempre y cuando André se quiera despertar a esas horas. Sino, caballero nomás.
Felices Pascuas, queridos lectores.
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